Decálogo

Pasear, es estirar el alma.
Lavar lo que está sucio,
ahí adentro, y tenderlo al sol.
Si además canturreas,
y usas la cadencia de tus pasos,
como un metrónomo,
en unos pocos compases,
te sentirás feliz.
El bienestar conseguido
es directamente proporcional,
a la distancia recorrida.
Montar en bicicleta produce
un efecto equivalente,
aunque hay que prestar,
mayor atención a la conducción.
Más de un ciclista, ensimismado,
pedaleando en un halo de felicidad,
y con el viento acariciando su cara,
ha tenido que ejecutar un rápido
requiebro, de manillar,
para no terminar abruptamente
su paseo velocípedo.