Pequeños mundos de papel.

Hay mundos ocultos, que casi nadie conoce,
y que, escondidos y apretados en sus cabezas,
arengan el alma exhausta de los poetas.
Lugares entre la genciana y la hierbabuena.
Entre el sueño y la vigilia de una noche de verano,
llena de aire caliente y rojo,
que explota dentro del cuerpo.
Entre el rocío, que al amanecer,
mana gota a gota entre los sueños de los hombres.
Entre los frutos que caen inertes en Otoño,
repletos de vida, sobre la tierra..
Entre el viento que viene a nuestro encuentro,
y nos habla en un extraño idioma,
que sorprendentemente, entendemos,
pronunciando palabras arrojadas al mundo,
por bocas extrañas y desconocidas.
Entre la tristeza del día que se muere,
al caer la tarde, con luces de sangre
y trinos de aves plañideras.

El mar

Si quieres sentir del mar,
has de entregarte desnudo,
pequeño y sin soberbia.
Descalzo, pero sin penar...
humilde pero riéndo.
No debes pedirle nada,
ni nada has de dejarle.
Si quieres sentir del mar,
ha de escuchar tu alma,
el canto de eternidad,
de sus olas esmeralda.

Bandera

Con la luz de primavera,
que entra hoy por mi ventana,
voy a hacer una bandera,
como a mí me venga en gana.
Y no me gustan las banderas.

La voy a tejer de verde,
por deseo de esta tierra.
Si ponemos la simiente,
la regamos y cuidamos,
brotaremos de su vientre.

Que comprenda a mucha gente,
descalza sobre la yerba,
y que nada sea urgente,
que ya la vida te lleva...
con el viento de poniente.

En este lugar, ten presente,
no quiero ricos ni pobres,
religiones ni creyentes.
Ni leviatanes ni dioses,
ni reyes condescendientes.

Y que nos dejen estar
en el bosque de colores,
y podamos encontrar,
un campo de negras flores,
si lo queremos buscar.