Libres

Libres, agrestes, salvajes,
con los rostros altivos
y los labios capaces
de dar besos furtivos
y escupir verbos rapaces
que atruenen los oídos.

Pasear nuestros disfraces
sin explicar los motivos,
ni borrar los tatuajes
de los cuerpos doloridos,
magullados de los viajes
por caminos retorcidos.

Correr entre los paisajes
de los segundos cautivos,
para entender el lenguaje
de los bosques escondidos
y descifrar los mensajes,
antes de quedarnos dormidos.