Mañanas

Cristales de puro hielo,
en la mañana desnuda,
cortocircuitan el cielo.
Brillan como un cuchillo,
ávido de muerte blanca.
Clavan su luz en la cara,
en las manos ateridas,
y en los ojos somnolientos
que desafían la helada.
Náufragos desorientados
caminan por las calles.
Se asemejan a narvales
salvajes y fantasmagóricos,
exudando su hálito vital.