la Navidad a su verdadero propietario.
Enviarla -sin abrir- en su envoltorio,
de colores llamativos y campañillas confitadas.
Y no me refiero a remitirsela a Dios, ni a Jehová,
ni siquiera a Papa Noel o a Santa Claus.
Hace ya tiempo que perdieron el control...
Habría q devolvérsela a las multinacionales:
"Por favor guarden esto en el almacén mas oculto,
en el lugar mas recóndito...
O mejor aún, destrúyanlo.
¿Acaso no saben el daño que puede causar,
en el alma inocente de un niño...?"